Comentario
La glíptica cassita experimentó una fuerte reducción cuantitativa, si hemos de hacer caso al número de ejemplares hasta ahora rescatados. Técnicamente, los sellos cilíndricos se tallaron en piedras duras, como era costumbre (lapislázuli, diorita), pero se prefirieron algunas variedades de cuarzo (calcedonia, ágata, cristal de roca) y aun la pasta vítrea.
A menudo estos objetos, que alcanzan ahora los 5 cm de altura, fueron enriquecidos con cápsulas o capuchas de oro granulado, que adoptaban una decoración en forma de triángulos y rombos, sobre todo aquellos que pertenecieron a personajes importantes.
En sus figuraciones pueden distinguirse, aunque admiten matices e incluso variantes, dos grandes tipologías estilísticas: una, derivada directamente de la tradición paleobabilónica, con la representación de diosas intercesoras ante el monarca (caso de la pieza más antigua que hoy podemos fechar para esta época: el sello de Izkur-Marduk, un hijo de Kara-Indash, de la segunda mitad del siglo XV), y el árbol o el héroe entre dos animales, junto a los cuales aparecen algunos de los motivos de relleno ya conocido (mosca, perro echado, cabezas de gacela, saltamontes) o que se crean ahora por primera vez (cruz, rombo, gran roseta).
Al propio tiempo, las inscripciones van ocupando cada vez mayor espacio en la cara del sello cilíndrico; otras veces, las figuras se alargan para rellenar el espacio disponible.
La segunda variedad estilística se caracteriza por el dinamismo de las composiciones, que aunque retomen la antigua iconografía (animales, árboles, plantas, personajes) aparecen ahora mucho más sueltas, a pesar de la reducida superficie del campo glíptico, posibilitadas sobre todo por los vistosos pájaros, los grifos, los centauros tensando el arco o las flores fantásticas.
Durante los reinados de Kurigalzu II (1345-1324) y de Nazi-Maruttash (1323-1298) ambos estilos coexistieron, y no hay duda alguna de que influyeron sobre los sellos de la etapa mesoasiria. Al estilo tradicional, pero con las novedades apuntadas, pertenecieron los ejemplares de Meli-Shipak, administrador de la diosa Ninmakh, hallado en Tebas (Grecia), donde se le figura de forma muy estilizada dentro de una larga inscripción, y el de Zarikum, sacerdotisa que fue de Nannar (hoy en Friburgo). Al estilo dinámico corresponden el de Adad-Ushabshi, hijo de un oficial de Bumaburiash (hoy en Jerusalén), en el cual se han tallado dos grifos simétricos rampantes sobre una roseta, y la famosísima impresión de Nippur (hoy en Estambul) con la figuración de una divinidad bifronte, tal vez de los montes, situada entre dos árboles estilizados y numerosos pájaros.
Que sepamos no hay sellos fechados para los dos últimos siglos de gobierno cassita, pero uno muy pequeño, con la representación de gacelas y peces podría pertenecer a los últimos momentos de dicha Dinastía o a comienzos de la siguiente, la II de Isin.
Un detalle significativo, bien observado por algunos estudiosos, es la diferenciación iconográfica que existió entre la glíptica cassita y los kudurru. Los símbolos de estos mojones no aparecen en los sellos cilíndricos y los de éstos (por ejemplo, la cruz tan frecuentemente representada) tampoco en los kudurru. Quizás fuese debido a las distintas finalidades de cada tipo de piezas, unas destinadas a servir como garantía divina de una donación (kudurru) y otras a funcionar como un distintivo o identificación personal (los sellos).